Relación Turquía-Israel. Entre las tensiones políticas y los acuerdos económicos

Por María Constanza Costa

El 17 de agosto de 2022 Turquía e Israel anunciaron el restablecimiento total de sus relaciones diplomáticas plenas. Esta decisión fue recibida positivamente por la Unión Europea y fue vista como la culminación de un complejo proceso de acercamiento entre ambos países. Tanto Turquía como Israel son actores de gran importancia en Oriente Medio y las diferentes etapas en sus relaciones han influido en las dinámicas regionales. El ataque terrorista de Hamas el 7 de octubre de 2023 supone un enfriamiento de las relaciones políticas, pero sin afectar los lazos económicos. Sobre el recorrido de esta relación conversamos en Estambul con la Dra. Laçin İdil ÖZTIĞ, Profesora Asociada del Departamento de Ciencia Política y RRII, de la Universidad Técnica de Yildiz, de Turquía. 

 

  • ¿Cómo podrías caracterizar la relación de Turquía con Israel desde la llegada del AKP al poder en 2002? 

Desde su llegada al poder el AKP (partido del Desarrollo y la Justicia) se presentó como líder del movimiento islamista en Turquía y activó una política exterior para mejorar la relación con los países del mundo árabe musulmán. Partiendo de una reivindicación del pasado otomano, en el que Turquía era visto como el heredero natural de este legado, se le atribuyó una misión histórica de “unificar los elementos de la nación fragmentada” (refiriéndose a las antiguas sociedades otomanas), por eso los esfuerzos estaban puestos en fortalecer vínculos con los actores árabes musulmanes siguiendo las líneas pro islámicas. Una política exterior que se conoce como “neo otomanismo”. Esta política estaba indexada a la cuestión de Palestina.

Sin embargo, esto no significó un corte abrupto de las relaciones con Israel. Incluso en 2005 Recep Tayyip Erdogan, que en ese momento era primer ministro, se reunió con Ariel Sharon y visitó el memorial Yad Vashem de Jerusalén y rindió homenaje a las víctimas del holocausto. 

Al mismo tiempo Erdogan empezó a tejer lazos con Hamas y sostuvo que Hamas debía ser parte de la negociación con los palestinos. El desarrollo de las relaciones turco-israelíes no experimentó un desvío radical. Por ejemplo, a pesar de que Turquía denunció la dura gestión de Israel de la Segunda Intifada, las visitas oficiales de más alto nivel continuaron entre los dos países. 

Esta época también fue testigo de la continuación de la cooperación estratégica y económica. Israel volvió a participar en el entrenamiento militar internacional denominado “Águila de Anatolia” en la ciudad de Konya, mientras que el comercio de los dos países alcanzó sus récords en cada año consecutivo.

 

  • Pero este escenario experimentó un cambio después de 2008 con la operación israelí en Gaza llamada “Plomo fundido”, ahí la retórica anti Israel se volvió más agresiva. ¿Tuvo efecto en las relaciones de otro tipo: ¿militares, económicas…?

En el plano político la relación sufrió una serie de “crisis”, en el plano doméstico, las movilizaciones en contra de los ataques en Gaza fueron masivas en las principales ciudades del país. Fue un punto de inflexión en las relaciones bilaterales. 

A nivel regional, Erdogan visitó Egipto y Arabia Saudita buscando apoyos para presionar a Israel y la cooperación militar, entre ambos gobiernos, entró en un impasse. 

A esto le siguieron dos crisis importantes: en 2009 en el Foro Económico de Davos, en el marco de un debate sobre Gaza, Erdogan acusó a los organizadores de no otorgarle demasiado tiempo para rebatir los argumentos de Simón Peres, que era el presidente israelí, y abandonó el Foro, prometiendo nunca más volver a Davos, esto se conoció como “la crisis del minuto”. 

Este incidente tensionó las relaciones entre Israel y Turquía aún más. 

En 2010 se produjo un hecho que trascendió como “la crisis del sillón bajo”. El ministerio de Asuntos Exteriores de Israel convocó al embajador turco en ese país para que rinda cuentas sobre las críticas de Erdogan contra Israel, y brinde explicaciones acerca de una serie de TV que había irritado a los israelíes. En la reunión, como una forma de humillarlo, el Embajador turco fue sentado en un sillón mucho más bajo que el resto de los participantes y no se colocó la bandera turca sobre la mesa, lo cual fue leído como una provocación por el gobierno turco, y un claro deterioro de las relaciones. 

Esto sucedía en paralelo a que el AKP iba mejorando su perfil regional, siguiendo la línea islamista de la que hablamos al principio, moldeados e impulsados por el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoğlu. 

El partido obtuvo apoyo electoral de los bastiones nacionalistas-conservadores para las elecciones municipales de 2009. Si bien entre 2002 y 2009 vimos crecer la desconfianza y el enojo recíproco, es en 2010 cuando se da la crisis más profunda con el incidente del “Mavi Marmara”, ahí las relaciones bilaterales tocaron fondo. 

Israel atacó un barco que llevaba ayuda humanitaria a Gaza y fueron asesinados diez ciudadanos turcos. Erdogan acusó a Israel de “terrorismo de Estado”, Davutoglu dijo que romperían las relaciones entre los países si Israel no ofrecía una disculpa oficial, algún tipo de indemnización y si la comunidad internacional no iniciaba una investigación independiente.

Con la mediación de Estados Unidos, las autoridades israelíes se disculparon, pero sólo por los errores operativos. No fue una disculpa completa. Y luego dieron una compensación económica. Turquía también consiguió que Israel le permitiera financiar la construcción de un hospital en Gaza. La relación estaba lejos de normalizarse, pero al menos se había emprendido un camino para lograrlo. 

 

  • ¿Y esto produjo un cambio en la intervención de Turquía en la región?

Sí, esa es otra dimensión que hay que tener en cuenta. Turquía se había mantenido dentro del paradigma “kemalista” de defensa, las fuerzas armadas estaban socializadas dentro de la lógica de mantenerse fuera de los conflictos de la región, los conflictos en lugares como Siria e Irak eran vistos como fuente de desestabilización para Turquía, teniendo en cuenta la cuestión kurda. 

Por eso durante la década del 90’ la cooperación militar con Israel se había fortalecido, y hasta la llegada del AKP al poder primaba la idea de mantenerse al margen de los conflictos regionales, además, el gobierno se propuso debilitar el ala secularista del ejército. Este debilitamiento, el cambio en la cultura burocrática y la cultura militar, también creó un ambiente permisivo para el deterioro de las relaciones entre Israel y Turquía.

El AKP vio con buenos ojos el estallido de la “Primavera Árabe”, ya que hubo una transición al poder de grupos vinculados a la Hermandad Musulmana (en Argelia, Túnez y Egipto) con quien el AKP tenía estrechas relaciones. Estos cambios regionales ayudarían a Turquía a expandir su esfera de influencia y un crecimiento de su relevancia geopolítica. Pero con la caída de Morsi en Egipto y el desarrollo de la guerra civil en Siria, donde Turquía había apoyado al ELS (Ejército Libre Sirio), la política exterior “neo otomanista” se empezó a debilitar en la práctica, aunque se sostenía discursivamente. 

Si bien la política exterior se había sostenido bajo la premisa de “cero problemas con los vecinos” al final del día, Turquía estaba rodeada de muchos problemas con muchos de sus vecinos. La estrategia de hacer movimientos unilaterales y participar en alianzas de corta duración, eso de ir y venir entre diferentes posiciones, la fue dejando aislada. Ese ostracismo se intentó romper en el último tiempo buscando normalizar las relaciones con Israel, principalmente por cuestiones económicas. En 2020 Israel firmó un acuerdo con Grecia y Chipre para la construcción del gasoducto EastMed para extraer gas natural licuado y llevarlo hacia Europa. Esto complicó las aspiraciones energéticas de Turquía en la zona. 

En este contexto, sumado al acercamiento que tuvieron a Israel países como Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos etc. es que Turquía comenzó a replantear su relación con Israel. Por supuesto, la cuestión palestina condiciona las relaciones, pero tienen intereses mutuos impulsados por el pragmatismo. Son dos vías paralelas.


* María Constanza Costa es profesora Adjunta del Seminario Migración, Derechos Humanos y Gobernanza y del Seminario Islamismo, Nacionalismo y Movilización Popular en Medio Oriente.

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