Resumen
El propósito de esta ponencia es analizar y poner en evidencia la influencia que han tenido las fricciones de la tecnocracia con los movimientos feministas nacionales en la reconstrucción de la democracia desde su retorno, entendiendo que ambas fuerzas pujan por intereses y resultados diversos, pero mayormente interconexos. Por ello, enriquece a este trabajo comprender de qué forma persisten en la toma de decisiones para equilibrar la gobernabilidad democrática ciertos factores, como la necesidad de estabilidad económica, y cómo esta relación compleja deja su huella en el desarrollo de los derechos de las mujeres en el país. A su vez, se busca vislumbrar cómo afectan estas relaciones de dominación, junto con su lucha por los pesos y contrapesos, intentando observar si efectivamente hay una correlación con el contexto social de los últimos cuarenta años y las nuevas corrientes de pensamiento. Asimismo, se desarrolla cómo pudo afectar en los comportamientos sociales, elecciones de los temas en agenda de los argentinos y ritmos de vida.
Por tanto, este informe se sumerge en el análisis de la relación entre estos dos elementos aparentemente dispares, explorando cómo la tecnocracia y los movimientos feministas se entrelazaron y se potenciaron mutuamente a lo largo de la historia argentina, particularmente desde la vuelta a la democracia en 1983.
Palabras claves:
Dominación – Tecnocracia – Feminismo
Trabajo preparado para su presentación en las Jornadas de Teoría Política 2023, organizadas por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Realizadas del 9 al 12 de Octubre, 2023.
Introducción
La historia política y social de Argentina ha estado marcada por una intersección compleja de factores que han dado forma a su desarrollo a lo largo del tiempo. En particular, la influencia de la tecnocracia en la toma de decisiones administrativas gubernamentales y el activismo de los movimientos feministas que han desempeñado roles destacados en la evolución del país. A lo largo de las siguientes páginas, explicaré en detalle la relación entre estos dos elementos, centrándonos en su desarrollo histórico, sus interacciones desde la vuelta a la democracia en 1983, y cómo se han entrelazado con las dinámicas de dominación, la reconstrucción democrática y las cuestiones de género en Argentina.
En la primera sección, trazaremos la genealogía de la tecnocracia en Argentina, destacando su surgimiento y evolución a lo largo de las décadas. Esta perspectiva histórica nos permitirá comprender mejor cómo la tecnocracia llegó a desempeñar un papel significativo en la política y la economía del país.
En la segunda sección, nos centraremos en la influencia continua de la tecnocracia en Argentina desde la vuelta a la democracia en 1983, y cómo esta relación ha influido en la agenda de los derechos de las mujeres. La relación compleja entre la tecnocracia y los derechos de las mujeres será un hilo conductor a lo largo de este informe, y veremos cómo esta interacción ha evolucionado a lo largo de las décadas y continúa siendo relevante en la Argentina contemporánea.
En la tercera sección, adoptaremos una perspectiva crítica desde el enfoque feminista argentino. Exploraré las críticas dirigidas tanto a la tecnocracia como a la democracia, y cómo estas perspectivas han resaltado la importancia de abordar cuestiones de género de manera integral en la toma de decisiones políticas y económicas, y su influencia en las cuestiones sociales y visiones de los argentinos, los nuevos debates e interpelaciones a las libertades y derechos.
Por último, en la cuarta sección, analizamos la relación interconectada entre tecnocracia, dominación, democracia y género en Argentina. Veremos cómo estos conceptos se entrelazan y a menudo se superponen en el ámbito político y social del país, y cómo la promoción de una democracia inclusiva y equitativa requiere un equilibrio cuidadoso entre el conocimiento técnico y la participación ciudadana, así como un compromiso continuo con la igualdad de género. A medida que avanzamos en este análisis, se revelará cómo la historia política y social de Argentina ha sido moldeada por estas fuerzas interconectadas, y cómo las demandas de igualdad de género han persistido y evolucionado en un contexto democrático y tecnocrático en constante cambio.
A lo largo de este informe, se presentarán análisis, datos, citas de autores y ejemplos concretos que ayudarán a comprender mejor esta compleja interacción entre tecnocracia, democracia, movimientos feministas y cuestiones de género en Argentina.
Genealogía de la Tecnocracia en Argentina
Una genealogía de la tecnocracia en Argentina revela una evolución compleja de este enfoque político y económico a lo largo del tiempo. En pocas palabras, cuando revemos los antecedentes históricos y construimos un camino de la misma en Argentina, encontramos la fundamentación de su surgimiento en un intento por abordar la crisis económica, su apogeo durante ciertos períodos, su declive en momentos de inestabilidad política y su persistencia en el debate político actual, donde se encuentra en constante interacción con otras perspectivas y demandas, como las relacionadas con el feminismo y la igualdad de género.
Si tenemos en cuenta la definición del sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero, la tecnocracia es “un enfoque político que enfatiza la toma de decisiones gubernamentales basadas en la experiencia técnica y el conocimiento especializado” (Portantiero, 1985). Por tanto, no es extraño que constantemente se problematice su existencia y medidas bajo esta connotación en gobiernos democráticos que, parafraseando al politólogo Robert Dahl, deberían encuadrarse en un sistema político en donde las decisiones fundamentales son tomadas por los ciudadanos de forma directa o mediante representantes que son libremente elegidos en instancias previas. La tecnocracia puede ser percibida como un desafío para la democracia, ya que a menudo implica la concentración de poder en manos de expertos no elegidos democráticamente. Esto puede llevar a la falta de participación ciudadana en la toma de decisiones fundamentales.
Pero no debemos olvidar que la tecnocracia también puede complementar la democracia al proporcionar una orientación técnica sólida en áreas complejas que ayuda a garantizar la estabilidad y el crecimiento económico.
No obstante, focalizandonos en su trayectoría, creo prudente dividir sus fases en los siguientes períodos, a modo de una mayor comprensión:
- Período Pre-Tecnocrático (hasta 1940): Antes de la consolidación de la tecnocracia en Argentina, el país atravesó décadas de inestabilidad política y económica. Los gobiernos estaban caracterizados por la improvisación y la falta de planificación económica.
- Surgimiento de la Tecnocracia (1940-1960): Las primeras huellas de la tecnocracia en Argentina pueden rastrearse hasta la presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962). Durante su mandato, el ex presidente nombró a figuras técnicas y expertas en economía para abordar la crisis económica, marcando el comienzo de un enfoque más técnico en la política gubernamental. Cabe destacar que Juan Domingo Perón (1946 – 1955) marcó cierto precedente cuando implementó políticas económicas que incluyeron la nacionalización de industrias clave y la promoción de la sindicalización. Si bien estas políticas no eran exclusivamente tecnocráticas, incorporaron elementos de planificación económica.
- Apogeo Tecnocrático (1960-1970): El enfoque tecnocrático alcanzó su punto máximo durante la presidencia de Arturo Illia (1963-1966) y se mantuvo en las administraciones sucesivas, sobre todo si tenemos en cuenta que abordan exclusivamente la problemática inflacionaria y la crisis económica, fenómenos que son constantes incluso en la actualidad. El Plan de Estabilización y Desarrollo de Raúl Prebisch y el Programa de Estabilización del Ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena son ejemplos de políticas tecnocráticas adoptadas durante este período.
- Declive y Crisis (1970-1980): La tecnocracia comenzó a perder su influencia durante el gobierno de Juan Domingo Perón (1973-1974) y sufrió un revés significativo durante la presidencia de Isabel Perón (1974-1976) y la posterior dictadura militar. La falta de planificación y la represión política socavaron el enfoque tecnocrático, pues comenzaron a primar medidas económicas y administrativas que parecían funcionar de forma desorganizada, “emparchando” desbordes críticos que suscitaban en el momento. A su vez, la persecución a expertos, cineastas y pensadores provocó un gran estancamiento en las disciplinas por la “fuga de cerebros”, perdiéndose y/o demorandose grandes avances.
- Regreso a la Democracia (desde 1983): Con la vuelta a la democracia en 1983, la tecnocracia no desapareció por completo, se pueden rastrear algunos ejemplos como en la década de 1990, el gobierno de Carlos Saul Menem implementó el Plan de Convertibilidad, que buscaba estabilizar la economía atando el peso al dólar estadounidense. Aunque, cabe analizar en este punto, cuánta de esa influencia tecnocrática condicionó o influyó en estos equilibrios que debieron y aún deben mantener los gobiernos, incluyendo en este entramado las cuestiones sociales y luchas por derechos ciudadanos que comenzaban a recobrar fuerza. En palabras del politólogo Guillermo O’Donnell, “La vuelta a la democracia en Argentina se caracterizó por un intento de equilibrar los ideales democráticos con la necesidad de estabilidad económica, lo que mantuvo viva la relevancia de la tecnocracia en la formulación de políticas”.
- Continuidad y Desafíos Actuales (desde 2000): En las décadas recientes, la tecnocracia ha persistido en la formulación de políticas económicas, pero ha enfrentado desafíos en un contexto político más polarizado. Las políticas tecnocráticas han sido objeto de críticas por su impacto en las desigualdades socioeconómicas, lo que ha llevado a una mayor demanda de políticas que aborden estas disparidades. Sin embargo, la paradoja reside en que han sido, a su vez, las únicas presentadas para mantener cierto orden y estabilidad en la proyección de un plan económico en nuestro país que sea afable con las cuestiones administrativas y financieras. En este proceso de modernización, se adquieren ventajas y desventajas, dado que se incluyen políticas de planeamiento para la toma, pago y reestructuración de deudas contraídas con otros organismos, programas de inversión en infraestructura y subsidios a diversos sectores económicos.
El retorno a la democracia en Argentina en parámetros tecnocráticos y derechos conquistados
El retorno a la democracia en Argentina en 1983 marcó un período de transición crucial después de años de inestabilidad política y autoritarismo. Durante este proceso, se produjo una interacción interesante entre el enfoque tecnocrático y la conquista de derechos políticos y sociales, que no estuvo exenta de tensiones y desafíos.
En primer lugar, si bien las políticas tecnocráticas buscaban estabilizar la economía, también generaron desigualdades económicas significativas. La adopción de políticas de mercado y medidas de austeridad afectó de manera desproporcionada a los sectores más vulnerables, exacerbando la brecha entre ricos y pobres. A pesar de la estabilidad económica, las políticas tecnocráticas también aumentaron las desigualdades económicas en Argentina. Las medidas de austeridad y la falta de políticas redistributivas impactaron desproporcionadamente en los sectores más vulnerables de la sociedad.
Por otro lado, esta seguidilla de decisiones tomadas en pos de lograr regular una situación crítica, a menudo se asocian con la minimización de la participación popular en la toma de decisiones. En algunos casos, las políticas tecnocráticas limitaron la capacidad de la sociedad civil y los ciudadanos comunes para influir en la política económica y social. Un gran ejemplo es durante la presidencia de Carlos Saul Menem, las políticas tecnocráticas se implementaron con un enfoque en la apertura económica y la privatización de empresas estatales. Estas decisiones se tomaron de manera centralizada, con poca participación ciudadana o consulta. Esto llevó a la percepción de que las decisiones importantes se estaban tomando sin tener en cuenta las opiniones y necesidades de la sociedad, lo que generó descontento y protestas. En este sentido, encontramos variables concatenadas llamativamente peligrosas para la legitimidad de un gobierno en democracia.
Es así como llegamos a otro punto crucial como fue la dependencia de factores externos. Las políticas anteriormente mencionadas que promovieron la apertura económica también hicieron que Argentina dependiera en exceso de factores externos, como los flujos de inversión extranjera y las fluctuaciones en los mercados internacionales. Esto provocó que la economía argentina se viera expuesta y fuera vulnerable a una crisis económica global.
No obstante, durante este periodo de transición política, la influencia tecnocrática permitió la implementación de políticas destinadas a estabilizar la economía argentina después de años de crisis económica y alta inflación. Esto ayudó a crear un entorno económico más predecible y rasgos significativos para la confianza ciudadana que se encontraba altamente cuidadosa por los contextos autoritarios de los años anteriores.
Continuando con esta línea, el enfoque basado en el conocimiento científico y técnico trajo consigo aportes de experiencias en áreas económicas, financieras y administrativas, que permitieron una mejor gestión en la eficiencia de los recursos y tomas de decisiones más informadas en comparación a periodos anteriores. Esta combinación, junto con la seguridad que trae un gobierno democrático, permitieron la atracción de inversiones extranjeras que, más allá de lo mencionado, contribuyeron al crecimiento económico y la creación de nuevos puestos de empleo.
En lo que a derechos sociales respecta, la influencia de la tecnocracia no impidió que se consolidará nuevamente el derecho al voto, incluso con las particularidades que son menester (universal, secreto y obligatorio). Lo que conlleva a un retorno en la participación ciudadana en elecciones libres y justas, donde se da como consecuencia un incremento en la legitimidad del sistema democrático y la rendición de cuentas. Prosiguiendo, la libertad de expresión y prensa florecieron nuevamente al poner fin a las restricciones, conformando un ambiente más pluralista y abierto para los debates sociales y políticos.
Centrándonos específicamente en los movimientos feministas, el retorno a la democracia obviamente enriqueció la agenda de género. En 1987 se creó la Ley de Divorcio Vincular que permitió a las mujeres divorciarse sin el consentimiento de sus esposos. Además, en 1991, se aprobó la Ley de Cupo Femenino, que garantiza la representación equitativa de las mujeres en cargos electivos. Es en este último ejemplo donde es interesante detenerse, puesto que se ve claramente como más allá de necesidades creadas por un sistema históricamente patriarcal y que entendemos ahora influenciado por la tecnocracia, la puja constante de los movimientos feministas consigue tener resultados que impactan en el régimen democrático y aún persisten.
De todas formas, aunque se retoma un camino por una mayor inclusión y participación de las mujeres, junto con las reducciones de las brechas de género, las mujeres y disidencias aún representaban en gran proporción a los sectores más vulnerados por las deficiencias económicas-financieras.
La lente feminista: Las promesas no cumplidas y obstáculos
A pesar de la restauración de la democracia en 1983, las promesas de igualdad de género en Argentina han sido parcialmente incumplidas. Como señala la feminista argentina Rita Segato, “La democracia abrió puertas, pero aún no hemos visto una igualdad real en términos de participación política y equidad de género en la toma de decisiones”.
La persistente influencia de la tecnocracia en la formulación de políticas ha sido un obstáculo para la integración efectiva de la perspectiva de género en las políticas públicas. A menudo prioriza la estabilidad económica en detrimento de las cuestiones de género, perpetuando las desigualdades económicas y sociales.
Sin embargo, esto no fue un impedimento para el movimiento feminista argentino que desde entonces continuó creciendo y siendo el actor fundamental para la conquista de derechos, como señala Diana Maffía. A destacar, los Encuentros Nacionales de Mujeres, que comenzaron en 1986, se han convertido en un espacio fundamental para la organización y el activismo feminista en Argentina. Estos encuentros reúnen a mujeres de todo el país para discutir una amplia gama de temas, desde derechos reproductivos hasta violencia de género. En 1991, se aprobó la Ley de Cupo Femenino, que garantiza la representación equitativa de mujeres en cargos electivos y legislativos. Este logro fue impulsado por el activismo feminista y ha llevado a un aumento en la presencia de mujeres en el Congreso y en otros ámbitos de la política. Sin ir más lejos, de los movimientos nacionales, numerosos grupos feministas de base han surgido en Argentina. Estos grupos se enfocan en cuestiones locales y específicas, como la igualdad salarial, la lucha contra la discriminación en el trabajo y la promoción de políticas de género a nivel municipal.
Ahora bien, es menester recordar que en la actualidad nuestra nación es pionera en la conquista de ciertos derechos como la “Ley del Matrimonio Igualitario” y la “Ley por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito”, pero también en los debates y discusiones sociales que se dan culturalmente en lo que a la situación de las mujeres y disidencias respecta. Ya que, si bien el movimiento “Ni Una Menos” (que surgió en 2015 en respuesta a la creciente tasa de feminicidios) actualmente es el más reconocido, no debemos olvidar que coexisten diversas corrientes de pensamientos feministas que fomentan y se contraponen en el debate público sobre las diversas afecciones. Es en este punto donde se complejiza el análisis, pues algunas de estas corrientes más liberales son muy receptivas ante las influencias de la tecnocracia y el sistema capitalista global, mientras otras se posicionan de formas mayoritariamente reacia o directamente en contra.
Cabe destacar sobre lo último mencionado, que son estos intercambios los que han permitido que los movimientos feministas tengan la relevancia y el peso para pujar por el rendimiento de cuenta a los diferentes gobiernos, han desafiado y reformado las políticas y las estructuras de poder a medida que luchan por la igualdad de género. Pero, a su vez, la permeabilidad de ciertos sectores y las necesidades de consenso para la obtención de mayorías que permitieran cumplir los objetivos, han culminado por permitir que ciertos debates y símbolos sean apropiados en algún punto por el capitalismo y la tecnocracia. No es novedad y ocurre en todo el mundo, pero es cuanto menos interesante observar y entender porque algunos enfoques y conceptos comienzan teniendo una determinada representación que, luego, procede a ser resignificada y aceptada por casi todos los sectores con un grado considerable de comodidad. Se supone que los movimientos o sistemas que modifican estructuras, en el caso de esta ponencia democrática, deben por lógica generar grados de disconformidad en los sectores, pues de lo contrario no hay un cambio de base profunda sucediendo, sino uno de superficie.
Un gran ejemplo de lo mencionado anteriormente y que ha sucedido en todo el globo, es el debate por la sexualidad y la sexualización femenina. A principios de la década de 1950, en Norteamérica y Europa, la reivindicación de la sexualidad era una práctica fomentada por los colectivos feministas que buscaban romper con tabúes y mostrar a las mujeres de la forma más realista posible para desvanecer la concepción y falsos mitos de nuestras necesidades y deseos, bajo el gran objetivo de que se interrumpa la visión de las mujeres como objetos. Extrapolando ese debate y luchas a la actualidad, el concepto que está en boca para la discusión es la sexualización femenina en niñas y mujeres de todas las edades, entendiendo que hay corrientes feministas de índole liberal que los fomentan y el resto en una posición crítica. El cambio se resume en las preocupaciones sobre la hipersexualización en los medios de comunicación, la publicidad y la cultura popular. Se cuestiona cómo esta sexualización puede contribuir a la cosificación y la objetificación de las personas, especialmente de las mujeres.
¿Cómo son fomentadas y de que derivan estas prácticas? Pues bien, la sexualización excesiva puede estar vinculada a la desigualdad de género, ya que a menudo refuerza estereotipos y roles de género restrictivos. La falta de enfoque en estas cuestiones en un contexto tecnocrático puede resultar en políticas públicas que no abordan adecuadamente la igualdad de género y la necesidad de cambiar las representaciones y normas culturales relacionadas con la sexualización. Concatenando con la cercanía que representa con la prostitución, ventas de contenido sexual, el porno y los roles basados en ello. Se puede entender que existen factores económicos determinantes, no solo en la vulnerabilidad e inseguridad económica por la falta de puestos de trabajos o formas de sustentarse con los que se consiguen, sino también por los discursos en apoyo a las prácticas anteriormente mencionadas desde que somos infantes.
Evidentemente, no siempre será beneficioso dar por sentado posturas y conceptos, ya que la experiencia empírica nos demuestra que suceden las resignificaciones por las influencias ya mencionadas. Teniendo en cuenta el contexto democrático podríamos preguntarnos y hacer hincapié en que tan saludable es para nuestra estructura que suceda esto e impacte en nuevas formas de dominación y nuevas deudas sin saldar con los sectores vulnerables, muchas más luchas y estrategias para repensar.
Tecnocracia, dominación, democracia y género en la actualidad
En este último apartado, considero pertinente retomar algunos conceptos planteados anteriormente relacionando la visión de autores específicos. Primeramente, Hannah Arendt argumenta que el poder no es una entidad que alguien posee de manera unilateral, sino una relación que surge en la acción conjunta y la participación ciudadana. Desde esta perspectiva, la tecnocracia, al limitar la participación de la sociedad en la toma de decisiones políticas, ejerce un tipo de dominación al suprimir la voz de los ciudadanos comunes. Esta limitación de la participación socava la naturaleza democrática de la política. Puede privar a los ciudadanos de la oportunidad de participar activamente en la vida política y de ejercer su agencia política, incluso afectando a la pluralidad en la coexistencia de diversas perspectivas y opiniones en la esfera pública si se considera que siempre debe haber una expertise al momento de realizar opiniones calificativas.
De hecho, tanto Guillermo O’Donnell como Oscar Oszlak han contribuido a la comprensión de la tecnocracia y su relación con la democracia en América Latina. O’Donnell, por ejemplo, ha destacado la importancia de la “ciudadanía delegativa”, donde los ciudadanos pueden sentir que han delegado la toma de decisiones en expertos, lo que frecuentemente sucede en contextos tecnocráticos. Esto puede llevar a una falta de movilización y participación ciudadana activa, ya que se percibe que la agencia política se ha transferido a otros.
Por otro lado, Oszlak ha enfocado su trabajo en la “ciudadanía fiscal”, que se refiere a la capacidad de los ciudadanos de influir en la asignación de recursos públicos. En contextos tecnocráticos, donde las decisiones presupuestarias a menudo se toman en función de criterios técnicos, los ciudadanos pueden sentir que tienen poca influencia en la distribución de recursos, lo que socava su agencia en asuntos económicos.
En conjunto, las explicaciones de O’Donnell y Oszlak ayudan a destacar los desafíos para la democracia en contextos tecnocráticos y subraya la importancia de equilibrar la eficiencia técnica con la participación ciudadana y la agencia política activa. Sumando las concepciones de Arendt, podemos llegar a relacionar porqué Segato y Maffía se presentaban en posturas donde advertían sobre influencias mucho más silenciosas y aceptadas socialmente de lo que se encubre a simple vista.
Finalmente, estamos ante mecanismos y actores que de múltiples maneras afectan a la concepción democrática base que solemos tener en cuenta los cientistas sociales de Robert Dahl. Según el autor, la democracia se basa en la elección de representantes. Sin embargo, en el contexto de los movimientos feministas argentinos, se ha argumentado que la representación de género es desigual. A pesar de avances como la Ley de Cupo Femenino, las mujeres siguen estando subrepresentadas en cargos de poder, aún más si analizamos los niveles subnacionales y tomamos en cuenta el enfoque federal. Esto plantea la cuestión de si un sistema democrático puede considerarse pleno si no refleja la participación equitativa de género, dadas las brechas de género de carácter horizontal y vertical, e incluso las grandes dificultades para directamente insertarse en el mundo laboral y de toma de decisiones. Dahl no especificó la influencia de la tecnocracia en su definición de democracia. Sin embargo, en Argentina, la tecnocracia ha ejercido un impacto significativo en la toma de decisiones, a menudo restringiendo la participación ciudadana y la representación democrática. Esto plantea interrogantes sobre si un sistema dominado por expertos técnicos puede considerarse plenamente democrático si excluye a la sociedad civil.
Apreciaciones finales
Los movimientos feministas argentinos han contribuido a ampliar la concepción de democracia más allá de la mera elección de representantes como hemos visto. Han enfatizado la importancia de la democracia participativa y deliberativa, donde la sociedad civil tiene un papel activo en la formulación de políticas y la toma de decisiones. Esta ampliación del concepto de democracia se enfrenta a la visión más estrecha de Dahl. Consecuentemente, han destacado cómo la tecnocracia puede tener un impacto negativo en la igualdad de género al no considerar adecuadamente las cuestiones de género en las políticas públicas. Los temas en agenda y las concepciones base, muchas veces son sustraídas de sus significados de base para ser revisadas en las consensos que se deben hacer para convivir en democracia, por lo que terminan teniendo otros objetivos y resultados a los planeados, trayendo así otras problemáticas o debates nuevos a la arena política y social. Esto plantea interpelaciones tales como si un sistema democrático que permite que la influencia de la tecnocracia esté cumpliendo con los principios de igualdad y justicia es sano en realidad.
No obstante, las influencias tecnocráticas también permiten fomentar cuestiones que son beneficiosas para la ciudadanía. En primer lugar, el incentivo a la educación de calidad para poder formar expertos y técnicos que permitan la mejor toma de decisiones en cuanto a estrategias eficaces y reales para la resolución de conflictos generales. Seguido de esto encontramos planificación, estabilidad y visión a futuro en lo que a asuntos administrativos, económicos y financieros se refiere. Esto contribuye en las relaciones internacionales comerciales, el buen posicionamiento con el sector privado y nuevas concepciones para la estabilidad económica, lo que busca lograr mayores ingresos a nivel general.
Por tanto, los pesos y contrapesos de estas influencias son fundamentales en el sistema democrático argentino, tanto por las consecuencias positivas que traen, como por lo reguladas que deben estar para no culminar en excesos que arruinen o desmejoren al mismo.
Finalizando, es necesario resaltar la explicación que se busca dar a los nuevos debates que están en la agenda de los medios y la agenda ciudadana en estos momentos, cuáles son las formas de dominación que se han gestado o han surgido en base a los avances sociales y culturales. Entonces encontraríamos muchos ejemplos, pero centrarse en cómo determinada cantidad de ellos demuestran que puede haber una elevada correlación entre las influencias tecnocráticas y los movimientos feministas reconfigurando la escena en el sistema democrático, es lo que nos permitirá detectarlos de manera más rápida y contestar a las características que son importantes mantener para la evolución de calidad de vida ciudadana, sin olvidar los grupos más vulnerados como son las mujeres y disidencias.
Bibliografía
- Arendt, Hannah. (1951) “Los orígenes del totalitarismo”. Trad. de Guillermo Solana. Taurus, 1974. Traducción reeditada por Alianza Editorial, 2006.
- Dahl, Robert. (1989) “La democracia y sus críticos”. Trad. de Leonardo Wolfson. Paidós, 1993.
- Maffía, Diana. (2004) “La concepción del poder desde las mujeres”. Foro de líderes mujeres políticas de Latinoamérica: Buenos Aires, 4 y 5 de noviembre de 2004.
- Portantiero, Juan Carlos. Nun, José. (1987) “Ensayos sobre la transición democrática en la Argentina”. Puntosur Editores, 1987. Universidad de Texas.
- Oszlak, Oscar. O´Donnell, Guillermo. (1981) “Estado y políticas estatales en América Latina”. Siglo XXI, 1981.
- Segato, Rita. (2003) “Las Estructuras Elementales de la Violencia”. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los Derechos Humanos (1ª edición). Prometeo – Universidad Nacional de Quilmes.