A una década del cambio en la forma de votar en Córdoba y Santa Fe: un estudio comparado sobre la boleta única papel

Por Alvaro Fernández Castex

Reforma electoral: cambios en la forma de votar 

Un sistema electoral es un conjunto de reglas a través de las cuales los electores expresan sus preferencias y sus votos son traducidos en cargos. Entre sus componentes se encuentran: la magnitud de distrito, el tipo de candidatura, la modalidad del voto, la fórmula para traducir votos, el umbral y el tamaño de la legislatura (Rae, 1977; Nohlen, 1994, 1996; Sartori, 1994; Lijphart, 1994). Las instituciones electorales son de vital importancia porque transforman preferencias en cargos, distribuyen poder político, mantienen con vida a los partidos, bloquean o habilitan el ascenso de nuevas fuerzas y condicionan comportamientos y resultados electorales (Calvo et al, 2001; Marenco, 2006). El rol que tomen los partidos políticos frente a ellas es central ya que son estos los que tienen la capacidad de modificarlas. En ese sentido, la selección de las reglas es el resultado de las decisiones estratégicas en la que los actores evalúan costos y beneficios en pos de maximizar su representación política y mantenerse políticamente activos (Boix, 1999, Negretto, 2009). Por eso, la aplicabilidad de la reforma no obedece a cuestiones técnicas como a las disputas de poder a las que se enfrentan los actores (Benoit, 2004; Nohlen, 2009; Scherlis, 2014). Los partidos políticos son los actores que dominan los escenarios de reforma. Buquet (2007) propone que los partidos impulsarán reformas sobre la base de diagnósticos que detecten déficits de legitimidad y/o eficacia en las reglas vigentes. El autor explica que las coaliciones reformistas descendentes, viejos partidos políticos que registran una pérdida de poder, buscarán impulsar cambios que incrementen su legitimidad y por el contrario, las coaliciones reformistas ascendentes, nuevos partidos políticos que buscan maximizar su poder, tenderán a impulsar cambios que mejoren la eficacia del sistema político.

Un elemento clave de todo proceso electoral es el instrumento de votación: es allí donde se presenta la oferta electoral, funciona como el nexo entre las preferencias de una persona y los partidos políticos y se constituyen como medio para llevar adelante el escrutinio (Clemente, 2007; Tchintian, 2021). A nivel mundial, existen una amplia variedad de formas de votar: boletas de papel, máquinas de palanca, tarjetas perforadas, pantallas táctiles, entre otros (Reynolds y Steenbergen, 2006; Herrnson et al., 2008; Kimball y Kropf, 2005). A nivel subnacional en Argentina conviven diversas formas de votar. Por un lado, con Boleta Única Electrónica (BUE) en Salta, Neuquén, algunos departamentos de Chaco, Mendoza, Córdoba y Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aunque no en todos los distritos se ha utilizado de manera continuada (Pavese y Tula, 2016; Ruiz Nicolini, 2015, Ruiz Nicolini y Dodyk, 2017). Por otro lado, Córdoba y Santa Fe mantienen a nivel provincial el formato de Boleta Única Papel (BUP). Si bien estas dos provincias presentan diferencias en el diseño y formato, mantienen la presencia de todos los partidos en una sola hoja de votación (Blando y Lodi, 2011; Lodi, 2011; Bianchi et al, 2013).

La boleta única presenta la oferta electoral completa en una única hoja. A nivel mundial, la boleta única en formato papel, también  conocida como boleta australiana’, se implementó por primera vez en aquel país en el año 1858 con el objetivo de corregir irregularidades del proceso electoral (Straface y Oniszczuk, 2009; Straface y Mustapic, 2009). Una de sus características fundamentales es que el Estado adquiere la responsabilidad de su diseño, impresión y distribución. Las boletas oficiales no pueden ser distribuidas días anteriores a las elecciones, están exclusivamente disponibles en los centros de votación y sólo pueden ser entregadas al momento de votar por las autoridades de mesa (Mustapic et al., 2010; Scherlis, 2011; Pomares et al, 2014). Más allá de sus características fundamentales, Tchintian y Scherlis (2022) explican que se debe atender a dos aspectos centrales, entre otros: el diseño y la mecánica. El primer aspecto se refiere a la manera en la que la información y la oferta electoral aparece en la boleta y el segundo sobre la forma de seleccionar esas opciones y transformar las preferencias en votos. 

En primer lugar, la información que presenta la boleta genera posibilidades para que los electores encuentren la opción deseada. Los diferentes componentes de la boleta pueden funcionar como atajos informativos para tomar esa decisión (Tchintian, 2019). Un ejemplo de esto es la utilización de las imágenes de candidatos para inferir cualidades relevantes para el cargo o asociar logos a corrientes ideológicas y de esa manera definir el voto (Hart et al., 2011; Tchintian, 2017). Como se comentó en párrafos anteriores, existen diversas formas de emitir el sufragio y con ello una gran variedad de modalidades para presentar el orden de las y los candidatos. Las variables de diseño más estudiadas por la literatura especializada en el tema, se encuentran el criterio para establecer el orden en el que aparecen las agrupaciones o candidatos y la disposición de las categorías en juego en la boleta, la información sobre los partidos y candidatos, y el tamaño de las boletas (Mustapic et al., 2010).

En segundo lugar, sobre la decisión de votar al mismo partido para todos los cargos en juego en una elección -efecto arrastre- puede ser exacerbada o minimizada según el instrumento de votación (Barnes, Tchintian y Alles, 2017; Leiras y Calvo, 2011; Mustapic et al, 2010). Con el uso de la boleta partidaria la posibilidad de ejercer un voto cruzado se vuelve más costoso al requerir al elector mayor información y un mayor costo logístico para cortar la boleta. La boleta única simplifica esta decisión ya que el elector sólo debe realizar una marca (Tchintian y Scherlis, 2022). Sin embargo, los diferentes diseños de boleta única también pueden incentivar el efecto arrastre. Por ejemplo, la boleta única cordobesa contiene una columna destinada al voto lista completa para que los electores voten a la misma agrupación política para todas las categorías de cargo. A diferencia del modelo santafesino que desincentiva el efecto arrastre debido a que su formato contempla una boleta única por cada categoría de cargos. El diseño del instrumento de votación es más que relevante porque los incentivos que genere sobre la decisión de ejercer un voto cruzado puede tener impactos en la fragmentación partidaria. La fuerte fragmentación partidaria en la legislatura podría generar gobiernos divididos y posibles trabas para el ejecutivo a la hora de pasar su agenda de gobierno. Sin embargo, también podría incentivar a trabajar en una mayor construcción de acuerdos y consensos de las políticas públicas.

Por último, la posibilidad de ejercer un voto en blanco o anular el voto puede darse por una decisión voluntaria del elector, por equivocación, por fatiga cívica o porque no tiene la información necesaria (Leiras y Calvo, 2011; Stewart, 2011, Tchintian, 2017). El ejercicio del voto en blanco puede darse por omisión o acción. El primero es considerado cuando el elector no coloca la boleta electoral dentro del sobre o no realiza ninguna marca en la papeleta. El segundo es cuando el instrumento de votación requiere que el elector ingrese una marca en un casillero determinado. Cuando Santa Fe implementó en 2011 la boleta única por primera vez, se optó por habilitar un casillero de voto el blanco (Leiras y Calvo, 2011; Pomares et al., 2011). En ese sentido, el instrumento de votación que se utilice puede tener un impacto directo en la cantidad de este tipo de votos (Kimball y Kropf, 2008; Knack y Kropf, 2003). En modelos como el santafesino, dividido por categorías, se podría esperar un fuerte efecto fatiga en las categorías menos relevantes (legislativas y municipales) generando un aumento significativo de los votos nulos en dichas categorías (Scherlis, 2011). 

Los aspectos de los instrumentos de votación descritos referidos al formato, diseño y formas de traducir los votos deben ser uno de los focos principales de estudio y evaluación al momento de impulsar cambios en la forma de votar. Aquí se pretende analizar de manera comparada el cambio en la forma de votar y sus impactos en los resultados electorales en las provincias de Córdoba y Santa Fe con el objetivo de brindar una perspectiva más acabada de la evolución del uso de la boleta única papel a través del tiempo. 

La reforma electoral en Córdoba

Córdoba cambió su legislación electoral en 2008 e implementó la boleta única en las elecciones de 2011. El cambio fue impulsado por las controvertidas elecciones a gobernador del año 2007. En esta elección, la diferencia entre el primero y el segundo fue de 1,13%. Uno de los principales problemas fue que el escrutinio duró 18 horas, lo que llevó a un gran cuestionamiento de la opinión pública sobre los resultados. El mismo día de asunción el gobernador electo anunció la revisión del sistema electoral provincial. El 10 de diciembre de 2007, mediante el decreto 2192/07 el poder ejecutivo cordobés creó la Comisión Consultiva de Expertos (CCE) con el objetivo de llevar adelante una reforma político-electoral en la provincia. Entre otras recomendaciones, la CCE dio prioridad a avanzar con la incorporación de la boleta única de sufragio (BUS) (Bianchi et. al, 2013, Pérez Corti, 2008). En este marco, bajo el modelo conceptual que propone Buquet (2007), en Córdoba la coalición impulsora respondió a una agrupación política descendente que gobernaba la provincia desde 1999 y que enfrentó una pérdida de credibilidad y confianza pública debido a los problemas en el escrutinio de las elecciones de 2007. Motivado por esos resultados impulsó una reforma que buscó brindar mayor legitimidad al sistema político.

La boleta única cordobesa

La boleta única de sufragio (BUS) cordobesa contiene todas las categorías en una sola papeleta de votación. Las categorías de cargos son presentadas en las columnas y en las filas aparecen las agrupaciones políticas en competencia. La primera columna está destinada al voto lista completa, lo que permite elegir a los candidatos de una misma agrupación para todas las categorías en juego. La boleta única es identificada con un código de barras de manera correlativa y adherida a un talón con igual identificación y el código electoral provincial contempla para su impresión una cantidad de boletas igual al número electoral más un 10% adicional y su reparto lo realiza el Fiscal Público Electoral. El orden de aparición de las agrupaciones políticas se determina por sorteo público. La imagen 1 muestra el primer modelo implementado en 2011. Como se observa el casillero de voto lista completa estuvo acompañado por el logotipo de la agrupación política. 

Imagen 1. Modelo de BUS de Córdoba en 2011

Fuente: obtenida de la Justicia Electoral de la provincia. 

En esta primera elección se registraron una gran cantidad de boletas únicas con una sola marca en el casillero de voto a para gobernador y por lo tanto, el escrutinio arrojó una gran proporción de votos en blanco para las categorías legislativas. Aduciendo que los electores habían querido ejercer un voto lista completa, en las elecciones generales de 2015 en este casillero pasó a estar la imagen del candidato a gobernador. Esta es la versión que se utiliza actualmente y que se observa en la imagen 2. 

Imagen 2. Modelo de BUS de Córdoba en 2019

Fuente: obtenida de la Justicia Electoral de la provincia. 

Impactos en la fragmentación partidaria en Córdoba  

El gráfico 1 muestra la evolución del sistema de partidos en Córdoba entre los años 2003 y 2019 para las categorías gobernador, legisladores departamentales y legisladores por distrito único. Cabe recordar que en las elecciones de 2003 y 2007, se realizaron con boletas partidarias y a partir de 2011 con boleta única. En la categoría a gobernador el mayor punto de fragmentación se observa en 2015 con un número efectivo de partidos (NEP) del 3.26%. Para la categoría de legisladores por distrito único el punto más alto se observa en el año 2007 con 5.48% y en la categoría legisladores provinciales el NEP más alto se registró en 2007 con 4.58%. 

Gráfico 1. Número Efectivo de Partidos (NEP) por categoría de cargo en Córdoba (2003-2019)

Fuente: elaboración propia según datos publicados por la autoridad electoral de la provincia de Córdoba. 

Nota: el cálculo de NEP se realizó sobre la cantidad de agrupaciones políticas que compitieron para el cargo en las elecciones de cada año. 

Al observar la evolución del número efectivo de partidos en Córdoba, se evidencia que para ambas categorías de legisladores la cantidad de agrupaciones que compitieron por un cargo se redujo de manera considerable. Si se compara los datos de las primeras elecciones de 2003 con las últimas de 2019, en la categoría de legisladores distrito único el NEP se redujo en 1.77 puntos y en la de legisladores departamentales la reducción fue de casi 1.5 puntos. En cambio para la categoría a gobernador se evidencia un leve aumento del 0.8% entre 2003 y 2015. Sin embargo para 2019 se registró un valor similar al de 2003 con 2.62 puntos. 

El voto en blanco y nulo en Córdoba

El gráfico 2 evidencia la evolución del voto en blanco entre los años 2003 y 2019 para las tres categorías. Para gobernador la mayor proporción de votos en blanco se registra en las elecciones de 2007 con un 6.27% de los votos y en la cual todavía se utilizaba la boleta partidaria. Para legisladores por distrito único y los departamentales, la proporción de votos en blanco más alta se registró en las elecciones de 2011 con un total de 20.64% y 18.78% respectivamente. En dicho año se implementó por primera vez la boleta única papel. 

Gráfico 2. Voto en blanco por categoría de cargo en Córdoba (2003 – 2019)

Fuente: elaboración propia según los datos publicados por la autoridad electoral de la provincia de Córdoba. 

Si bien en la categoría a gobernador se registró una caída de casi 4 puntos entre 2007 y 2011, se evidencia un leve aumento del voto en blanco en el transcurso de las últimas tres elecciones con boleta única. La situación cambia en ambas categorías de diputados provinciales. En el caso de la elección de legisladores por distrito único, la última elección con boleta partidaria en 2007 arrojó un voto en blanco del 7.67% y en la primera con boleta única se registró un crecimiento exponencial de más de 13 puntos con un total de 20.64%. Para los legisladores departamentales también se observa un crecimiento similar del voto en blanco: del 10.15% en 2007 pasó al 18.78% en 2011, un salto de más de 8 puntos. En la primera implementación de la boleta única, la opción de voto lista completa apareció en la primera columna de la papeleta y con la foto del logotipo de la agrupación política. La primera columna a su derecha era la correspondiente a la categoría a gobernador y contuvo la foto de cada candidata y candidato. Este aumento del voto en blanco en las categorías legislativas pudo haberse dado por cierto error de interpretar que al seleccionar el casillero de gobernador se estaba eligiendo por todas las categorías en juego para el mismo partido (Leiras y Calvo, 2011). Es por eso que para el año 2015, se decide que la opción de voto lista completa debía ir acompañada de la foto de la candidata o candidato a gobernador. Sin embargo, la proporción de votos en blanco se mantuvo por arriba del doble de los valores históricos en las categorías legislativas. Para los legisladores de distrito único en 2015 el voto en blanco fue del 15.72% y en 2019 de casi 19%. En la categoría de legisladores departamentales, en 2015 13.5% y en 2019 casi 17%. Incluso en la categoría a gobernador, se evidencia que el voto en blanco, desde la incorporación de la boleta única, se encuentra en aumento: entre 2011 y 2019 dio un salto de más de 3 puntos. Por lo tanto, la posible confusión que pudo haberse producido en 2011 respecto al voto lista completa no parece ser una explicación suficiente ya que en las elecciones posteriores y con ese aspecto del diseño solucionado, el voto en blanco se mantuvo por arriba de los valores históricos.  

En el gráfico 3 se observa la evolución del voto nulo para las tres categorías de cargo. Todas presentan mayor porcentaje de voto nulo en 2015, segunda vez que se implementó la boleta única y que contuvo el nuevo cambio en la columna del voto lista completa. El voto nulo para gobernador fue del 3.37%, legisladores de distrito único 3.41% y para los departamentales fue del 3.76%. El crecimiento del voto nulo entre la última elección con boletas partidarias y la primera con boleta única de sufragio no fue exponencial. En las tres categorías la suba no representó ni siquiera un punto porcentual. En general, se observa que la evolución del voto nulo es consistente a través de las tres categorías analizadas.

Gráfico 3 – Proporción de voto nulo por categoría de cargo en Córdoba (2003 – 2019) 

Fuente: elaboración propia según los datos publicados por la autoridad electoral de la provincia de Córdoba.

La reforma electoral en Santa Fe

Entre 1983 y 2007 la gobernación de la provincia estuvo en manos del Partido Justicialista (PJ). Ese año, otra agrupación política accedió al ejecutivo provincial. Con la victoria del Frente Progresista, Cívico y Social (FPCS), una coalición de partidos políticos compuesta por el Partido Socialista (PS), la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica – Afirmación para una República Igualitaria (CC-ARI), el Partido Demócrata Progresista (PDP) y el Partido Generación para un Encuentro Nacional (GEN), se configuró un mapa político de la provincia (Lodi, 2011, Bianchi et al, 2013). El cambio en la forma de votar instrumento fue impulsado por el diputado provincial Pablo Javkin (CC-ARI) que conformaba el bloque oficialista del FPCS (Pomares et al, 2011, Lodi, 2016). La distribución de fuerzas en la cámara de diputados jugaba a favor del oficialismo ya que contaba con la mayoría absoluta de 28 bancas sobre un total de 50. La media sanción en la cámara baja no fue unánime: la votó el oficialismo y un solo diputado del justicialismo. En el debate, los principales argumentos en contra sustentaron que la reforma favorecía la personalización de la política y debilitaría a los partidos políticos, que el cambio debía implementarse el voto electrónico (Pomares et al., 2011). 

La situación era diferente en el senado porque el PJ controlaba 13 de un total de 19 bancas, el oficialismo solo tenía 5 senadores. Sin embargo, como explican Bianchi et. Al, (2013) y Lodi (2016), no solo el PJ representó un posible actor de veto sino que también la UCR, dentro del oficialismo, había acordado votar la reforma electoral si se incorporaba el nuevo instrumento de votación solo para las elecciones generales y dejando a las elecciones primarias con la boleta partidaria. La ley que reglamentó el uso de la boleta única se promulgó con una cláusula transitoria que contenía esa especificación. Aprobada la ley, el Poder Ejecutivo provincial emitió un veto parcial que la derogó con la principal justificación de que ambas elecciones pertenecían a un mismo proceso electoral y la boleta única fue incorporada a 90 días de la celebración de las elecciones (Pomares et al, 2011). La coalición impulsora de la reforma estuvo constituida por una agrupación política nueva, el Frente Progresista Cívico y Social (FPCS) que nunca había gobernado Santa Fe. Sin embargo, la propuesta y el resultado de la reforma no tuvo como principal objetivo maximizar su poder y enfocarse en mejorar la eficacia del sistema, sino que contribuyó a una mayor legitimidad del sistema electoral.

 

La boleta única santafesina

La boleta única se encuentra dividida por categoría de cargos a elegir y diferenciada por colores. Cada boleta única deberá estar adherida a un talón donde se indique serie y numeración correlativa del cual debe ser desprendida. La cantidad de boletas únicas que se imprimen es igual al número de electores habilitados por mesa más una cantidad que el Tribunal Electoral establece con los fines de garantizar el voto de las autoridades de mesa y eventuales roturas. En caso de robo, hurto o pérdida, la norma dispone de un talonario suplementario de igual diseño e igual número de boletas con serie y numeración distinta a los talonarios originales de los cuales se imprimen un 5% de los inscriptos en el padrón electoral de la provincia. Para emitir un voto válido la norma requiere que la y el votante realice una marca dentro del casillero asignado para tal fin. Si la boleta contiene más de una marca, el voto es contado como nulo. A su vez, para ejercer un voto en blanco, el elector no debe realizar ninguna marca. Sin embargo, en la primera implementación la boleta única contuvo un casillero destinado para el voto en blanco, como se observa en la imagen 3.

Imagen 3. Modelo de BUP categoría gobernador de Santa Fe 2011

Fuente: obtenida del Tribunal Electoral de la provincia.

En el escrutinio de las elecciones de 2011 se registró un gran número de boletas sin marcas. Esto se interpretó como un error y se supuso que los electores habían querido expresar un voto en blanco, lo que generó un inédito aumento del voto nulo en todas las categorías en juego (Leiras y Calvo, 2011; Pomares et al, 2011). Para las elecciones de 2015, la boleta única no contuvo dicho casillero y el voto en blanco pasó a ejercerse por omisión. Este cambio puede observarse en la imagen 4, modelo que se utiliza actualmente en la provincia. 

Imagen 4. Modelo de BUP categoría a gobernador de Santa Fe 2019.

Fuente: obtenida del Tribunal Electoral de la provincia. 

Impactos en la fragmentación partidaria en Santa Fe

El gráfico 4, muestra la evolución del sistema de partidos en Santa Fe entre los años 2003 y 2019 para gobernador, diputados y senadores. En la categoría a gobernador el mayor punto se observa en las elecciones de 2015 con un NEP de 3.38. Para diputados provinciales el NEP más alto se observa en 2019 con 3.92. En el caso de los senadores provinciales, el NEP más alto se registró en 2015 con 3.59. Al igual que los electores de Córdoba, en Santa Fe las elecciones generales provinciales de 2003 y 2007 se celebraron a través de boletas partidarias y a partir de 2011 con boleta única.

Gráfico 4 – Número Efectivo de Partidos (NEP) por categoría en Santa Fe (2003 – 2019)

Fuente: elaboración propia según datos publicados por el Tribunal Electoral de Santa Fe. 

Nota: el cálculo de NEP se realizó sobre la cantidad de agrupaciones políticas que compitieron para el cargo en las elecciones de cada año.

Al comparar 2007 y 2011 como el punto de cambio en la forma de votar, en todas las categorías el NEP presenta un leve aumento. Para gobernador 0.74, diputados 0.96 y senadores 0.39. Al analizar su evolución entre las tres categorías hasta 2015 se evidencia una misma línea de tendencia ascendente en las tres categorías. No obstante, entre 2003 y 2019, se registra un aumento de 0.5 puntos para las categorías gobernador y senadores y para la de diputados se registra un aumento de casi 1.4 puntos. Si bien el NEP registró leves aumentos desde la implementación de la boleta única, sería incorrecto determinar que fue la única causa que llevó a este incremento.

El voto blanco y el voto nulo en Santa Fe

En 2011, la boleta única contempló un casillero para el voto en blanco. Debido a que el escrutinio de 2011 registró una gran cantidad de boletas sin marcas y el aumento exponencial del voto nulo en las categorías legislativas, la forma de emitir un voto en blanco dejó de ser por acción y en 2015 pasó a ser por omisión. Esta aclaración se hace relevante al observar los datos. El gráfico 5 muestra la evolución del voto en blanco para las categorías a gobernador, diputados y senadores en Santa Fe para el periodo 2003 – 2019. En las tres categorías se evidencia que la mayor proporción de voto en blanco se produjo en la elección con boleta partidaria de 2003. En esa elección la proporción de votos en blanco para gobernador fue del 15.06%, en diputados 23.37% y en senadores 22.48%. Esto podría explicarse por el contexto de fuerte crisis de representación y desafección política que atravesó a la ciudadanía argentina en general. 

Gráfico 5. Voto en blanco por categoría de cargo en Santa Fe (2003 – 2019)

Fuente: elaboración propia según datos publicados por el Tribunal Electoral de Santa Fe.

Entre la última elección provincial con boleta partidaria y la primera con boleta única el voto en blanco disminuyó en las tres categorías. Para gobernador más de 5%, en diputados casi 3% y en senadores casi el 6%. Al analizar su evolución, la línea de tendencia claramente es descendente. Sin embargo, teniendo en cuenta el cambio ocurrido en la forma de emitir este voto, es preciso observar y atender al comportamiento del voto nulo durante este mismo periodo. En el gráfico 6 se presenta la proporción de voto nulo en Santa Fe entre los años 2003 y 2019.

Gráfico 6. Voto nulo por categoría de cargo en Santa Fe (2003 – 2019) 

Fuente: elaboración propia según los datos publicados por el Tribunal Electoral de Santa Fe. 

La proporción de votos nulos aumentó exponencialmente en las tres categorías de 2007 a 2011: gobernador más de 3%, diputados más de 7% y en senadores casi 6%. Una de las principales explicaciones podría ser una confusión respecto a cómo emitir un voto en blanco. En principio, si se suman la cantidad de votos blancos y votos nulos de la última elección con boleta partidaria y se los compara con la suma de ambos en la primera elección con boleta única podría suponerse que el aumento del voto nulo pudo deberse a que los electores en realidad estaban queriendo emitir un voto en blanco (Leiras y Calvo, 2011). Sin embargo, es llamativo que luego de haber retirado en 2011 el casillero de voto en blanco, el voto nulo no haya retomado los niveles históricos. Por lo tanto, la adjudicación del voto nulo a un simple error mecánico de emisión del voto no estaría pudiendo dar una explicación del porque el voto nulo aumentó y se mantiene.

Conclusión 

Este artículo tuvo por objetivo repasar los contextos de las reformas que llevaron a implementar en 2011 la boleta única papel en las provincias de Córdoba y Santa Fe. En ambos distritos, los cambios en la forma de votar los impulsó el oficialismo. La diferencia fue que en Córdoba se llevó adelante por una agrupación política que gobernaba la provincia desde 1999 y que ante la discusión pública sobre los resultados electorales de las elecciones de 2007, buscó legitimar el sistema electoral provincial. En Santa Fe la agrupación política que ejercía el Poder Ejecutivo era una nueva coalición de partidos que permitió desbancar de la gobernación al PJ. Sin embargo, la reforma electoral no tuvo como principal objetivo maximizar sus puestos de poder sino que, al igual que el caso cordobés, estuvo enfocada en brindar mayor legitimidad al sistema electoral provincial. 

En cuanto a la discusión sobre la fragmentación partidaria los datos evidencian que en Córdoba desde la implementación de la boleta única el NEP se encuentra en descenso. Uno de los aspectos que podría dar explicación a este fenómeno es que su diseño incentiva el efecto arrastre. En Santa Fe, se evidencia un leve aumento del NEP desde la implementación de la boleta única para las tres categorías analizadas. Sin embargo, desde las última elección en 2019 el NEP para diputados sigue en aumento, mientras que las categorías de gobernador y senador demuestran un leve descenso. Esto podría explicarse por la elección proporcional de diputados y porque su formato desincentiva el efecto arrastre.

El análisis sobre la proporción del voto en blanco y el voto nulo presenta resultados distintos entre ambas provincias. En Córdoba el voto en blanco aumentó de manera exponencial para las categorías legislativas en la primera elección con boleta única. En 2011 los análisis atribuyeron este salto exponencial a la forma de presentar la opción del voto lista completa con el logotipo partidario. Sin embargo, luego de incorporada la foto de los candidatos a gobernador en dicha columna, el voto en blanco sigue duplicando sus niveles históricos. Si bien la proporción de votos nulos en esta provincia aumentó un poco más de 1 punto desde la implementación de la boleta única, no creció de manera exponencial como lo hizo el voto en blanco. Solo en 2015 se registró la mayor proporción de votos nulos para las tres categorías analizadas: en promedio 3.5% de los votos. A diferencia de Santa Fe que el aumento exponencial de la proporción de los votos se registró en los nulos. Si bien los primeros análisis en la materia atribuyeron este comportamiento al casillero de voto en blanco durante la primera implementación en 2011 y luego modificado en 2015, la proporción de votos nulos no retomó los niveles históricos. Con respecto al voto en blanco, desde la implementación de la boleta única papel en Santa Fe se encuentra en descenso, incluso la mayor proporción se registró en 2003 elecciones celebradas con boletas múltiples partidarias. 

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